domingo, 6 de mayo de 2012

ECOLOGÍA URBANA.


Las aglomeraciones urbanas constituyen ecosistemas particulares donde predomina la especie humana y se trata de ecosistemas sustancialmente heterótrofos.

La superficie ecológica productiva requerida para sostener una ciudad es generalmente superior en  100 veces al tamaño administrativo de esta.  El metabolismo de una ciudad con su área natural de sustentación se funda en una disociación espacial muy marcada entre sus diferentes procesos.

Dentro de estos flujos se encuentran el aire, el agua, la luz, la energía, la alimentación, las materias primas y los productos humanos y otros bienes materiales procedentes de fuera de a ciudad. Podemos distinguir los que entran en la ciudad de manera y los que requieren actividad humana.

De manera natural  la ciudad emite dióxido y monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y de azufre y otros gases contaminantes y partículas solidas en suspensión como producto de la respiración y la combustión domestica, industrial y de los vehículos de motor. También emite ozono como producto de reacciones secundarias y vapor de agua de la evapotranspiración y refleja parte de la radiación solar recibida,
Las demás salidas requieren trabajo y dispositivos humanos para realizarse. Son de dos grandes tipos: los productos manufacturados y los residuos. Los productos manufacturados de las ciudades han sido piezas importantes en los intercambios con el exterior, que han hecho posible adquirir fuera los alimentos, las energías y los materiales  que la ciudad necesita.

El concepto de intercambio en este contexto incluye tanto a los intercambios mercantiles – de bienes y servicios- como las relaciones de poder y de los intercambios redistributivos sin los cuales no puede funcionar la sociedad.

En general, las ciudades modernas funcionan según el modo propio de las actividades de la ciudad industrial, es decir, la circulación de materiales no tiene lugar según ciclos, si no de manera lineal. El problema de su destino final se traspasa a otros sistemas.

El crecimiento de las ciudades en Europa al hilo de la industrialización se enfrento a un complejo de problemas relacionados entre si, las crecientes aglomeraciones industriales, por su parte, producían una masa enorme de excrementos, potencialmente utilizables como abono natural para la agricultura pero que a la vez planteaba problemas de salud.

Esa tentativa de cerrar el ciclo de nutrientes del metabolismo urbano devolviendo a los campos la materia orgánica que había salido de ellos perdió por completo su vigencia en el mundo occidental, sobre todo debido a los progresos de l industria química en la obtención de fertilizantes de origen mineral, que permite un aporte lineal prácticamente indefinido de los nutrientes  que el campo va cediendo.

La depuración de las aguas residuales de las ciudades antes de verterlas a ríos o mares permite reducir contaminación.  Los lodos de depuradoras pueden reciclarse como materia orgánica para la agricultura, pero el consumo domestico de productos químicos para la limpieza dificulta la obtención de lodos utilizables sin riesgos para la salud.

Se entiende por agricultura urbana la producción de alimentos que tiene lugar dentro del perímetro de las ciudades. Sus frutos se destinan al autoconsumo familiar o al mercado local.  Al tener lugar el cultivo cerca del consumo, estos productos no requieren gastos de almacenamiento, conservación y transporte y se aprovechan bien aunque sean perecederos.

Son cultivos autóctonos en su mayoría y componentes de la dieta tradicional y aportan principios nutritivos que no se obtienen fácilmente de otras fuentes.

Los residuos orgánicos domésticos se pueden reciclar fácilmente como abono, además la actividad agrícola, además, tiene efectos positivos en la preservación de los sistemas hidrológicos, de la biodiversidad y la calidad del aire. El trabajo en los huertos ofrece una salida recreativa y un contacto con la naturaleza.
En los países del sur donde la población urbana se duplica cada10 o 15 años finales siglo XX. El crecimiento de la población urbana genera necesidades crecientes de transporte que aseguren los intercambios de materia y energía entre las ciudades y las áreas colonizadas por ellas.

Las ciudades más dinámicas se ubican en lugares relativamente llanos a orillas de ríos lagos y mares que constituyen nodos de comunicaciones. Las tierras donde se instalan y crecen suelen ser tierras fértiles, a menudo de aluvión, que se destinan a la construcción de edificios, calles y construcciones de todo tipo.
El crecimiento urbano, así, inutiliza para la producción biológica considerables superficies de suelos muy aptos para cultivos, pastos, marismas o bosques.

La ciudad tradicional  de dimensiones reducidas, era una ciudad compacta en la quelas diversas funciones coexistían a distancias cortas. Las grandes aglomeraciones promovidas por la  industrialización dieron lugar a necesidades nuevas, ligadas a la protección de la higiene y la salud.

El “funcionalismo” de la Carta de Atenas introducía principios racionalizadores: planificación supramunicipal y regional, integración con el medio natural, higiénico y atención de necesidades colectivas.
Este modelo separa los lugares de residencia de los de trabajo, cultura, ocio y comercio. La vieja ciudad multifuncional, donde los lugares de las distintas actividades humanas están cerca de otros, cede antes las nuevas urbes con zonas especializadas, que necesitan vitalmente un eficaz sistema de transporte mecánico para hacer posibles todas las interacciones que constituyen la vida cotidiana de una gran ciudad.

Un modelo mas sostenibles es el que consta de núcleos multifuncionales separados entre si por espacios rurales boscosos u otras zonas verdes y vinculados por eficientes redes de transporte publico. La aplicación del principio de diversidad habría evitado probablemente la crisis de muchas ciudades.

Con la emergencia de un “sistema generativo urbano”, con  la articulación eficiente de economías regionales a través de redes de ciudades que permiten movilizar trabajo capital e información.

No basta un estudio de las ciudades individuales y de su historia, sino que hace falta una historia de la urbanización, esto es,  un estudio de la aparición del sistema urbano que es algo más que la mera suma de las ciudades que lo componen. Se pueden distinguir tres tipos de urbanización.
1.       Urbanización demográfica.
2.       Urbanización cultural o del comportamiento,
3.       Urbanización estructural.

Puede hablarse de una urbanización estructural  en el sentido de que la sociedad se organiza en función de una población concentrada en focos urbanos que constituyen un “sistema urbano”. La urbanización estructural pone el acento en la concentración de actividades más que de población.

En suma el sistema urbano, que empieza a desarrollarse en la época que precede a la sociedad industrial moderna, asume unas funciones clave para la organización social que se pueden caracterizar como flujos de información.




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