Las aglomeraciones urbanas constituyen ecosistemas
particulares donde predomina la especie humana y se trata de ecosistemas
sustancialmente heterótrofos.
La superficie ecológica productiva requerida para
sostener una ciudad es generalmente superior en
100 veces al tamaño administrativo de esta. El metabolismo de una ciudad con su área
natural de sustentación se funda en una disociación espacial muy marcada entre
sus diferentes procesos.
Dentro
de estos flujos se encuentran el aire, el agua, la luz, la energía, la
alimentación, las materias primas y los productos humanos y otros bienes
materiales procedentes de fuera de a ciudad. Podemos distinguir los que entran
en la ciudad de manera y los que requieren actividad humana.
De
manera natural la ciudad emite dióxido y
monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y de azufre y otros gases
contaminantes y partículas solidas en suspensión como producto de la
respiración y la combustión domestica, industrial y de los vehículos de motor.
También emite ozono como producto de reacciones secundarias y vapor de agua de
la evapotranspiración y refleja parte de la radiación solar recibida,
Las
demás salidas requieren trabajo y dispositivos humanos para realizarse. Son de
dos grandes tipos: los productos manufacturados y los residuos. Los productos
manufacturados de las ciudades han sido piezas importantes en los intercambios
con el exterior, que han hecho posible adquirir fuera los alimentos, las
energías y los materiales que la ciudad
necesita.
El
concepto de intercambio en este contexto incluye tanto a los intercambios
mercantiles – de bienes y servicios- como las relaciones de poder y de los
intercambios redistributivos sin los cuales no puede funcionar la sociedad.
En
general, las ciudades modernas funcionan según el modo propio de las
actividades de la ciudad industrial, es decir, la circulación de materiales no
tiene lugar según ciclos, si no de manera lineal. El problema de su destino
final se traspasa a otros sistemas.
El
crecimiento de las ciudades en Europa al hilo de la industrialización se
enfrento a un complejo de problemas relacionados entre si, las crecientes
aglomeraciones industriales, por su parte, producían una masa enorme de
excrementos, potencialmente utilizables como abono natural para la agricultura
pero que a la vez planteaba problemas de salud.
Esa
tentativa de cerrar el ciclo de nutrientes del metabolismo urbano devolviendo a
los campos la materia orgánica que había salido de ellos perdió por completo su
vigencia en el mundo occidental, sobre todo debido a los progresos de l
industria química en la obtención de fertilizantes de origen mineral, que
permite un aporte lineal prácticamente indefinido de los nutrientes que el campo va cediendo.
La
depuración de las aguas residuales de las ciudades antes de verterlas a ríos o
mares permite reducir contaminación. Los
lodos de depuradoras pueden reciclarse como materia orgánica para la
agricultura, pero el consumo domestico de productos químicos para la limpieza
dificulta la obtención de lodos utilizables sin riesgos para la salud.
Se
entiende por agricultura urbana la producción de alimentos que tiene lugar
dentro del perímetro de las ciudades. Sus frutos se destinan al autoconsumo
familiar o al mercado local. Al tener
lugar el cultivo cerca del consumo, estos productos no requieren gastos de
almacenamiento, conservación y transporte y se aprovechan bien aunque sean
perecederos.
Son
cultivos autóctonos en su mayoría y componentes de la dieta tradicional y
aportan principios nutritivos que no se obtienen fácilmente de otras fuentes.
Los
residuos orgánicos domésticos se pueden reciclar fácilmente como abono, además
la actividad agrícola, además, tiene efectos positivos en la preservación de
los sistemas hidrológicos, de la biodiversidad y la calidad del aire. El
trabajo en los huertos ofrece una salida recreativa y un contacto con la
naturaleza.
En
los países del sur donde la población urbana se duplica cada10 o 15 años
finales siglo XX. El crecimiento de la población urbana genera necesidades
crecientes de transporte que aseguren los intercambios de materia y energía
entre las ciudades y las áreas colonizadas por ellas.
Las
ciudades más dinámicas se ubican en lugares relativamente llanos a orillas de
ríos lagos y mares que constituyen nodos de comunicaciones. Las tierras donde
se instalan y crecen suelen ser tierras fértiles, a menudo de aluvión, que se
destinan a la construcción de edificios, calles y construcciones de todo tipo.
El
crecimiento urbano, así, inutiliza para la producción biológica considerables
superficies de suelos muy aptos para cultivos, pastos, marismas o bosques.
La
ciudad tradicional de dimensiones
reducidas, era una ciudad compacta en la quelas diversas funciones coexistían a
distancias cortas. Las grandes aglomeraciones promovidas por la industrialización dieron lugar a necesidades
nuevas, ligadas a la protección de la higiene y la salud.
El
“funcionalismo” de la Carta de Atenas introducía principios racionalizadores:
planificación supramunicipal y regional, integración con el medio natural,
higiénico y atención de necesidades colectivas.
Este
modelo separa los lugares de residencia de los de trabajo, cultura, ocio y
comercio. La vieja ciudad multifuncional, donde los lugares de las distintas
actividades humanas están cerca de otros, cede antes las nuevas urbes con zonas
especializadas, que necesitan vitalmente un eficaz sistema de transporte
mecánico para hacer posibles todas las interacciones que constituyen la vida
cotidiana de una gran ciudad.
Un
modelo mas sostenibles es el que consta de núcleos multifuncionales separados
entre si por espacios rurales boscosos u otras zonas verdes y vinculados por
eficientes redes de transporte publico. La aplicación del principio de
diversidad habría evitado probablemente la crisis de muchas ciudades.
Con
la emergencia de un “sistema generativo urbano”, con la articulación eficiente de economías
regionales a través de redes de ciudades que permiten movilizar trabajo capital
e información.
No
basta un estudio de las ciudades individuales y de su historia, sino que hace
falta una historia de la urbanización, esto es,
un estudio de la aparición del sistema urbano que es algo más que la
mera suma de las ciudades que lo componen. Se pueden distinguir tres tipos de
urbanización.
1. Urbanización demográfica.
2. Urbanización cultural o del comportamiento,
3. Urbanización estructural.
Puede
hablarse de una urbanización estructural
en el sentido de que la sociedad se organiza en función de una población
concentrada en focos urbanos que constituyen un “sistema urbano”. La
urbanización estructural pone el acento en la concentración de actividades más
que de población.
En
suma el sistema urbano, que empieza a desarrollarse en la época que precede a
la sociedad industrial moderna, asume unas funciones clave para la organización
social que se pueden caracterizar como flujos de información.
No hay comentarios:
Publicar un comentario