Este capítulo del libro trata de despertar conciencias, dado a que por la visión que tenemos del “progreso” se ha empobrecido la tierra, dejándonos la posibilidad de enderezar esta situación.
Habla acerca de la lamentable idea de medir el progreso en términos materialistas y de que el progreso no depende de lastimar o terminarnos la tierra, sus riquezas y fuentes de vida.
Por esta idea hemos acabado con especies que ni siquiera sabíamos que existían, hemos contaminado la atmósfera de la tierra, hemos extinguido incluso poblaciones indígenas, estamos acabándonos recursos que son limitados e imposibles de volver a utilizar, pero a pesar de esto el daño ambiental es reversible, podemos limpiar ríos, renovar edificios, plantar bosques.
El problema de la tecnología no esta en sí misma, si no el mal uso que se hace de ella, dando un ejemplo bastante obvio como permitirnos enviar a un hombre a la luna pero dejando a millones de seres humanos en miseria, la tecnología nos puede garantizar un futuro digno si aprendemos a hacer un buen uso de ella.
En cierta medida podemos responder a la pregunta del título, si realmente es esta nuestra última oportunidad de salvar a la tierra o no. En mi opinión lo es, ya que es la oportunidad de cambiar tan siquiera nuestra propia conciencia y hacer algo por la naturaleza, ya que a veces no nos damos cuenta del inmenso daño que le hacemos a la tierra con nuestras acciones, a pesar de ser mínimas.
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